Los obispos de Navarra y el País Vasco publican una carta pastoral sobre la educación

Los obispos de Navarra y el País Vasco publican una carta pastoral sobre la educaciónANTE LOS DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS

Como cada dos años, los obispos del País Vasco y Navarra han publicado una Carta Pastoral conjunta que este año se divulga hoy, Solemnidad de Pentecostés.




(InfoCatólica) Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela; Mario Iceta, obispo de Bilbao; José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián; Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria y Juan Antonio Aznárez, obispo auxiliar de Pamplona y Tudela firman la Carta que ofrece algunas reflexiones sobre los «Desafíos contemporáneos de la Educación».
La Carta Pastoral comienza con el Salmo (15,11) : «Me enseñarás el camino de la vida», en el que se muestra «el deseo profundo del ser humano» de ser iniciado en el recorrido de su existencia «realizando el bien en el asombro de la contemplación de su belleza».
Los prelados se refieren a la importancia de la educación como «una cuestión social nuclear», tanto para el «pleno desarrollo» de la personalidad del ser humano como para la construcción «de una sociedad humana, justa y fraterna».
En la introducción al texto destacan, además, la oportunidad de abordar la cuestión «al encontrarnos en un tiempo de encrucijada en lo que se refiere a la transmisión de valores, cultura y tradición». Los obispos ofrecen su reflexión como una contribución «significativa y respetuosa al ámbito de la educación» con propuestas concretas en «diálogo con todas las familias, los educadores, la comunidad educativa, con las instituciones concernidas y con toda la sociedad».
La Carta consta de 10 capítulos y 100 puntos. El primero de ellos se centra en Algunos Desafíos Educativos en la Actualidad, el segundo se refiere a Jesús el Maestro como Paradigma de la Educación; la Educación en el Magisterio reciente de la Iglesia es el título del tercer capítulo. El cuarto, se centra en la Persona y la Educación, el quinto capítulo profundiza sobre la Familia, Sujeto originario de la Educación, el sexto hace referencia al Educador y la Comunidad Educativa. Los Principios y Contenidos fundamentales de la Educación se detallan en el séptimo capítulo y el octavo se centra enla Escuela y Universidad Católica. El penúltimo capítulo reflexiona sobre la Educación Extraescolar y Social, Informal y de Tiempo Libre, y el texto finaliza con un epígrafe dedicado a las Dimensiones Sociales y Políticas de la Educación.
Los Obispos concluyen destacando que la tarea educativa implica a muchos elementos como son la familia, las administraciones, las instituciones de iniciativa social y la Iglesia. «La educación es de importancia capital para la felicidad de las personas y para el desarrollo y futuro de nuestra sociedad. No puede dejarse al albur de modas, de vaivenes políticos ni de intereses ideológicos. Lo que nos jugamos es demasiado grande».
Puede leer el texto de la carta en el siguiente enlace:

Hemos seleccionado aquí la parte que más directamente nos afecta como profesores de religión:

X. 6. Sólida presencia de la educación religiosa en la escuela
94. Una auténtica educación significa introducir a la persona en la totalidad de la realidad. De ahí la necesidad de que abarque todas las dimensiones de la persona. A este respecto, la dimensión trascendente y religiosa enriquece enormemente el ámbito educativo. La educación religiosa educa al niño y al joven en una dimensión que le es profundamente connatural, pues el ser humano no sólo es ser racional y social, sino también constitutivamente religioso y trascendente. La educación religiosa contribuye a encontrar respuesta a las preguntas más profundas sobre la vida y el sentido último de nuestra existencia: de dónde vengo, cuál es el sentido de la vida, qué me cabe esperar, qué significa amar, por qué es preciso perdonar, si se puede encontrar sentido al sufrimiento o a la enfermedad, qué significa la muerte, cómo edificar una sociedad justa y solidaria. Se trata de una propuesta enraizada en la verdad y el bien común, acorde a los anhelos profundos del corazón humano.
95. La enseñanza religiosa favorece enormemente el crecimiento personal y contribuye decisivamente a la edificación de una sociedad y un mundo enraizados en la verdad y el bien, el respeto mutuo, el amor y el perdón, la solidaridad y la gratuidad, la justicia y la paz, la compasión y la misericordia, en la ayuda a los más necesitados y en la protección y tutela de los débiles. También nos ayuda a valorar nuestra cultura, de profundas raíces cristianas, y a hacernos partícipes de un legado que ha configurado nuestro modo de ser y se encuentra en el fundamento de nuestra civilización.
96. La aconfesionalidad del Estado no debe interpretarse como el destierro del hecho religioso de la educación. Un Estado aconfesional, lejos de oponerse al hecho religioso, debe facilitar y posibilitar el ejercicio del derecho fundamental de las familias y de todos los ciudadanos en materia religiosa, sin discriminación alguna. Una mirada a Europa como referente educativo nos revela que sus instituciones (por ejemplo, el Consejo Europeo de la Educación) insisten en la necesidad de la cultura religiosa en las aulas. Así 27 se constata que la práctica totalidad de los países de la Comunidad Europea incorporan la Religión al sistema educativo y mantienen acuerdos con distintas confesiones religiosas, con variadas alternativas. Es necesario valorar la cultura religiosa cristiana, y la asignatura de Religión, como un derecho a ejercer dentro de un marco legal respetuoso con las opciones de cada familia y cada alumno. Las familias, los alumnos, las administraciones y la misma sociedad están llamados a valorar las enseñanzas de la Religión como algo que tiene plena actualidad en el marco de una escuela verdaderamente abierta, plural e integradora de culturas, saberes, aptitudes, valores humanos e inquietudes sociales. Tanto el marco europeo como la Constitución, la Ley Orgánica de Educación y la Ley de la Escuela Pública Vasca garantizan y regulan este derecho. 
97. No se debe entender la asignatura de Religión como algo propio o exclusivo de la jerarquía eclesiástica, sino, más bien, como un derecho fundamental de los padres recogido en la Constitución Española, art. 27.3: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. El artículo 18 de la Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación establece que “todos los centros públicos desarrollarán sus actividades con sujeción a los principios constitucionales, garantía de neutralidad ideológica y respeto de las opciones religiosas y morales a que hace referencia el artículo 27.3 de la Constitución”. Hemos de dar a la asignatura de Religión la relevancia y profundidad que requiere. Pedimos por ello a todos los centros que cuiden y formen con especial esmero a los docentes que se han de encargar de impartir esta disciplina fundamental. Que a la titulación requerida les acompañe un amor profundo a la asignatura y un testimonio de vida de fe que dé credibilidad y consolide sus enseñanzas. La asignatura de Religión no debe confundirse con una mera cultura sobre el hecho religioso, ni con una catequesis, ni mucho menos se trata de un adoctrinamiento. La educación religiosa católica evalúa la adquisición de conocimientos, no la fe del alumno. Por lo cual, es una asignatura académicamente equiparable a las demás asignaturas y válida también para los no creyentes. 
X. 7. Valoración y gratitud a los profesores de Religión 
98. Nos gustaría expresar nuestra gratitud al profesorado de Religión, particularmente en la escuela de titularidad pública, donde realiza su labor en muchos casos con dificultades sobreañadidas. El cuidado de la dimensión trascendente de la persona es parte de una educación verdaderamente integral. La escuela, laica o confesional, de titularidad pública o de iniciativa social, está llamada a integrar saberes y valores, conocimientos y aptitudes; a ser inclusiva, en diálogo y convivencia con el mundo de las religiones y sus culturas; a educar en la competencia espiritual, como elementos de una educación integral. Y el profesor de Religión es un testigo excepcional de esta apertura, integración y trascendencia. Gracias por vuestra entrega y testimonio."


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