Sra. Celaá, soy madre de cinco hijos, trabajo a diario en la Universidad y gasto mis energías diarias entre el cuidado de mis hijos y hacer mi trabajo, y pago todos mis impuestos al Estado. Gracias a que vivo en la Comunidad de Madrid tengo alguna ayuda por familia numerosa y por la discapacidad de dos de mis hijos. En otras comunidades no tienen la misma suerte. Pero nunca, nadie de ningún gobierno me ha ayudado cuando se han levantado por la noche, ni cuando han estado enfermos, ni me han ayudado cuando han estado ingresados en hospitales. No ha corrido nadie para recoger a un niño del cole mientras yo o mi marido estábamos en el hospital con mi hijo recién operado del corazón. Ni nadie se brindó y me acompañó en las revisiones médicas de mi hijo con Síndrome de Down. Solo fueron asociaciones sin ánimo de lucro no gubernamentales, las que nos ofrecieron ayuda. De ese «papa gobierno», ni rastro. No las ví a ustedes señorías. Pero ahora ya, que el niño está en el cole, pues mira, ahora sí que quiero ser su padre, ahora quiero adoctrinarle a mi forma y manera. A quitar la libertad de educación a los padres, porque oye, ¿y si la madre no piensa como el gobierno? Pues decimos que no se puede pensar de otra forma y ya está, decimos que es el derecho del niño a ser educado, como si estuviésemos hablando de analfabetismo. ¿Y si la Sra. Montero le parece que la madre es una loca? ¿o si la madre dice algo que a las diosas del Olimpo, guardianas del bien, no les mola? O mucho peor aún ¿y si lo dice el padre? Se me hiela la sangre al pensarlo…. Eso sería terrible, si lo dice el padre será machismo en su más pura esencia (menos alguno claro, cuando a las diosas les convenga, o sean «pareja de diosas»). Ellas lo saben todo. Ellas deciden qué se dice y qué no. ¿Eso de la libertad está muy sobrevalorado, no Sra. Celaá, Sra. Montero? Ahora ya tenemos la Stasi de vuelta… ¿controlarán lo que los padres dicen en casa también? Sra. Celaá, seguro que sus hijas ya no le quitan el sueño por las noches, así que está usted invitada a venir a casa a echarnos una mano a mi marido y a mí cuando llegamos cansados del día de trabajo o, ya que tiene un sueldo vitalicio, a que nos pague alguna factura. Aprenderemos de su ejemplo, y eso sí que será coherencia. Así empezara a demostrarme que los hijos son suyos. Una última pregunta, ya que usted es filosofa y sabrá de silogismos. Si ahora pertenecen los niños al estado totalitario del Sr Sánchez y del Sr. Iglesias, entonces, también pertenecerían al estado de Franco, cuando Franco estaba al frente ¿no? Y si el siguiente presidente del gobierno es el Sr Abascal, también los niños de este país le pertenecerán, ¿no? Después de 17 años desde que nació mi hija mayor, mucho trabajo, muchos médicos, muchas noches de sueños rotos, y muchas ojeras, solo me faltaba por oír este insulto a las libertades y a la inteligencia. Pero ahora las cosas han cambiado, los padres ya no tienen libertades. No, ahora ya no porque las diosas han hablado.
M. Teresa Corzo Santamaria es decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pontificia Comillas.
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